
Ambos, siendo los seres más cercanos genéticamente al hombre entre los llamados "grandes simios",
muestran la evolución de sus sociedades en dos aspectos dicotómicos.

Los bonobos son, en cambio, una
sociedad matriarcal según comentan algunos investigadores, donde existe una alternativa a la violencia
intraspecífica (es decir la que se da entre miembros de una misma especie), el sexo.
Las relaciones sexuales son mantenidas no sólo
como elemento reproductivo, sino como interacción social siempre
presente entre los individuos, así, el sexo se usa como bienvenida, como
fortalecimiento de lazos, como terapia, etc. Se le ha bajado del
pedestal incómodo que ha producido la exclusividad del amor monogámico,
para convertirlo en una eficaz herramienta de desarrollo de la
fraternidad.
Ello muestra el potencial que tendría una sociedad
igualitaria no violenta entre nosotr@s, donde el sexo no sea sacralizado
(o demonizado, la idea es limitarlo de una u otra forma) como lo
plantean todas las religiones, o sus herederos los "consensos sociales"
modernos. Al considerarlo algo normal, cotidiano, más allá de una
pareja, o de cánones físicos socialmente impuestos, podemos dar un
primer paso hacia una sociedad universal, libre de frustraciones.
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